A comienzos de 2021 renovamos el test de adicción de nuestra web, que sigue disponible. A través de un cuestionario validado científicamente, aunque en una versión más reducida, con diez preguntas, miles de personas lo han completado. Según se termina, se ofrecen unos resultados y recomendaciones para dejar el consumo de pornografía.
Ofrecemos a continuación un resumen de un estudio que ha utilizado los resultados de nuestra encuesta sobre adicción a la pornografía. Entre enero de 2021 y mayo de 2022, habían completado el test un total de 10.400 personas, un número importante para realizar este trabajo.
Un 79 % del total de participantes eran hombres y un 21 % mujeres. La edad media, 26.3 años los hombres y 22.5 años las mujeres. En cuanto al estado civil, el 63 % de los hombres eran solteros y, entre la mujeres, el 68 %. En cuanto a la orientación sexual, predominaba de manera abrumadora la heterosexualidad, especialmente entre los varones.
El consumo de pornografía ha evolucionado rápidamente en los últimos años. Muchas personas afectadas por este consumo han empezado a pedir ayudar a profesionales a través de Internet. Conocer y entender las motivaciones de este grupo de personas constituyó el objetivo de este estudio, que analiza los aspectos preponderantes de cualquier adicción, con especial atención a la pérdida de control, tolerancia y recaídas. A lo largo de la investigación fue poniéndose de manifiesto que las distinciones entre consumo lúdico, consumo de riesgo y adicción a la pornografía son a veces confusas. Los límites no están claros y además van cambiando. Las líneas rojas, se podría decir, son líneas multicolor, indefinidas.
La percepción personal es clave
Uno de los elementos que permitiría definir mejor la adicción a la pornografía podría venir determinada por la percepción subjetiva del propio consumidor. Nos parece que hay una diferencia más condescendiente que real entre las personas que consideran que “simplemente” pasan mucho tiempo viendo pornografía, respecto a las que se consideran adictas. Por tanto, esta adicción no vendría determinada preponderantemente por las horas consumidas, ni por dificultades que le puede provocar en la vida sexual o el síndrome de abstinencia, entre otros elementos posibles, sino por la percepción personal de si consideran o no que esta actividad se ha convertido para ellos/as en un problema.
La consideración del problema se iniciaría por la moderada percepción de un fenómeno de tolerancia que produce en los consumidores una escalada en la dedicación de horas y en la intensidad del porno visionado. Además, según los resultados obtenidos dentro del análisis de la orientación sexual, sería el grupo de personas que se declara bisexual el que más notaría esta escalada en la intensidad del tipo de porno que ven, por encima de los homosexuales y heterosexuales, que tendrían porcentajes un poco más bajos.
La recaída, un temor continuo
Pero el elemento definitorio de la percepción de un consumo problemático de cibersexo tendría su máxima expresión, según este estudio, en las dificultades personales del individuo para frenar el consumo, una vez se lo ha propuesto. Estas dificultades serían especialmente visibles a través del fenómeno de las recaídas. Es vista como fracaso y está unida a un sentimiento de malestar con uno mismo. De hecho, entre las personas que ven como problemático su consumo, el mayor temor es la vuelta continua a la recaída, la sensación de no poder salir. Y esto es lo que daría la pauta de la percepción subjetiva de la pérdida de autodominio, que provocaría la movilización en busca de soluciones en personas distintas a ellas mismas.
El estudio de nuestro test nos muestra que el 66% de los hombres que quisieron dejar la pornografía lo consiguieron únicamente por un corto periodo de tiempo, volviendo poco después.
Finalmente, en este trabajo, se apunta la posibilidad de distinguir la “pérdida de control” de la “pérdida de autodominio”. La primera tendría más relación con la percepción de las interferencias que produce el consumo de pornografía con la vida ordinaria, y que el afectado no puede restaurar. La pérdida de autodominio haría más referencia a un comportamiento compulsivo que le impediría cumplir su deseo de dejar de consumir pornografía.
Esta diferencia de concepto se pone de manifiesto en las grandes diferencias entre las respuestas a las cuestiones referidas a la pérdida de control y las respuestas a las cuestiones relativas a las recaídas. En las primeras, las personas que rellenaron la encuesta no perciben esa interferencia de la pornografía en sus vidas de un modo que les lleve a considerar una pérdida de control. De hecho, esta ausencia de percepción llega al 80% en algunos grupos. Sin embargo, en el segundo grupo hay una manifiesta percepción de una pérdida del autodominio, a través de las recaídas, que lleva a estas personas a la conclusión de que solas no pueden salir del problema y por eso buscan ayuda.
Nunca es fácil conocer los límites de nuestras acciones y de nuestros hábitos. Nos engañamos con extrema facilidad. Solamente nos basta comprobar cuántas veces hemos decidido dejar de usar el móvil en algunas situaciones y lo complicado que resulta. Con la pornografía puede ocurrir algo similar. Al principio las búsquedas pueden realizarse de forma inocente, y sin darnos cuenta estamos atrapados. No solo nos sentimos enganchados, si no algo peor: hemos perdido el control.
Como siempre, desde aquí, nuestro consejo: toma conciencia, dale una vuelta, decide, actúa, pide ayuda. Hay salida, pero el primer paso es siempre y solo tuyo.