Hace algún tiempo en una entrevista de acceso a un grado de una universidad me ocurrió algo curioso: la persona a la que entrevistaba, una chica de 18 años, me dijo, en mitad de la entrevista y con gran inseguridad, que había tenido que cambiarse de colegio porque había mandado unas fotos íntimas por whatsapp a un chico de la clase que le gustaba, y este las había pasado a sus compañeros sin ninguna sensibilidad. A partir de ese momento mucha gente de su entorno la despreció en público y esto supuso un error que le perseguía contantemente.
Claramente en este caso, el principal problema lo tienen los que compartieron la foto sin pensar en el daño que hacían a esa persona. Pero es importante analizar por qué estas situaciones se han hecho recurrentes. Esos chicos pertenecen a lo que algunos autores denominan ya la “generación validación” (Stapleton 2017) y que refiere a toda un grupo social, usuario de las redes sociales, el cual se define por lo que puede mostrar y lo que los otros ven. Mostrar la intimidad es una manera de que les validen como seres humanos y puedan confirmar que existen. Como ejemplo, un comentario real: “Si me voy de viaje a la playa, y no lo cuelgo en las redes, es como si no me hubieran ido”.
Entrando en Instagram podemos encontrarnos a personas famosas depilándose, dando a luz, en pijama recién levantados o en ropa interior. Esto traslada un mensaje subliminal claro ‘Hay que ser abierto’, ‘No hay nada que esconder’ o ‘Nadie te va a juzgar’, y si te escondes es porque no mereces la pena.
Sin embargo, pocos ven la otra cara de la moneda de esta nueva “ética de la apertura” la cual refiere al maltrato que algunas personas sufren por mandar fotos en las que aparecen desnudos o semidesnudos a personas que consideraban de confianza (sexting).
En España, un 15% de los adolescentes han sufrido o sufren las consecuencias de compartir su intimidad con alguien no merecedor de ello. Para evitar que esto te ocurra a ti te aconsejo que tengas en cuenta lo siguiente cuando alguien te pida una foto privada:
- Hay otras formas de demostrarle a esa persona que te importa.
- Si te quieren, que no te presionen.
- Piensa en las consecuencias.
- Reflexiona sobre por qué no lo haces cara a cara.
- Valora si realmente quieres hacerlo.
- Considera que tu familia, amigos, vecinos tendrán acceso a ese material. En internet todo queda disponible. Es difícil borrarlo una vez está publicado.
No nos dejemos hipnotizar por lo digital, que los “likes” no nos oculten los riesgos que hay detrás de revelar información personal.
Silvia Zarraluqui
Doctora en Psicología
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