¿Cuándo fue la última vez que hiciste una fila de tres días, noches incluidas durmiendo en una acera, a la intemperie, y pidiendo a tus amigos que te trajeran algo de comer? Posiblemente nunca.
¿Qué es tan importante para vivir tan larga espera en esas condiciones? Por ejemplo, querer asistir a un concierto de Bad Bunny. Este es mi recuerdo de las filas de miles de personas que pasaron casi 72 horas de espera para comprar las entradas para su último concierto en Puerto Rico.
Su ritmo alegre y pegadizo, las letras provocadoras y el carisma de sus cantantes lo convierten en una realidad arrolladora. Este hecho no ha pasado desapercibido por los grandes poderes económicos del entretenimiento, que se han volcado en explotar el género hasta convertirlo en una realidad casi omnipresente.
Además de su éxito incontestable, ha levantado también conflictos y debates en torno a la calidad de la música, el vocabulario que utiliza, la representación que hace de las mujeres, o los estereotipos de éxito que difunde, etc.
Ante una propuesta musical de tanto impacto, analicemos sus efectos en nuestro mundo afectivo. Las emociones configuran el modo en el que sentimos lo que nos viene del exterior y nos mueven a actuar. Por ello, entender el impacto que en ellas tiene el reguetón ayuda a ponderar si esa música contribuye o no a nuestro crecimiento personal.
Es oportuno precisar aquí que con mucha frecuencia el consumo de pornografía está vinculado a una afectividad herida. En general, en un mundo emocional sano no es muy habitual el uso problemático de pornografía. Por ello, al hacer un análisis del impacto emocional del reguetón, estamos aludiendo a su capacidad de facilitar o dificultar el deseo de consumo de contenido pornográfico.
El análisis siguiente puede dar la impresión de un ataque frontal al reguetón, pero no lo es. Ni mucho menos. Es tan solo una llamada a nuestro propio autoconocimiento y al desarrollo de la libertad de cada uno, de cada una.
El impacto de las letras
Empecemos por la pregunta más repetida: ¿Qué efecto tienen las letras sexualmente explícitas de tantas canciones de este tipo de música?
Lo primero sería reconocer que la mayoría de las personas no prestan atención a la letra. Pero, esto no quiere decir que es posible ser totalmente indiferente a su contenido. Todo lo que decidimos ver, sentir, oler, probar, oír “entra” en nosotros y tiene un impacto en nuestra memoria emocional. Vamos asociando conceptos y palabras con sentimientos. Nuestra sensibilidad nunca es indiferente a nuestra conducta.
Exponerse continua e inconscientemente al vocabulario utilizado por el reguetón y sus derivados, va creando una memoria emocional donde el machismo, la infidelidad, la violencia contra la mujer y su utilización como objeto de placer es divertido, erótico, o al menos indiferente. El efecto es parecido al que sucede al cirujano, que, sin quererlo, cada vez se impresiona menos al abrir cuerpos humanos, y ver sangre, huesos, heridas.
Obviamente, esto no quiere decir que aprobemos voluntariamente esas conductas, pero sí que inconscientemente acostumbramos a nuestra sensibilidad a sentirlas con indiferencia.
Una felicidad frustrada
Ethel, ex reguetonera mexicana, decía que cuando cantaba, bailaba y promovía su música lo hacía solo para entretener. De ningún modo pretendía proponer un estilo de vida real. Ella no vivía lo que cantaba. Este modo de entender el reguetón parece compartirlo Daddy Yankee, una de las grandes estrellas del género. A pesar de sus letras, lleva casi treinta años casado con la misma mujer. También Jay Balbin, en su canción autobiográfica Niño Soñador, cuenta anhelos vitales que nada tienen que ver con el contenido de sus otras canciones.
Algunos serán capaces de hacer la distinción y reconocer que el mundo de la música urbana es puro entretenimiento y no una propuesta vital real. Sin embargo, quienes son más jóvenes, inocentes o vulnerables, pueden confundir el entretenimiento con la realidad. Si esto sucede, la vida artística del reguetonero definida por el lujo y la abundancia de un placer sexual sin compromiso se identifica con el estándar de éxito personal. Presenciamos el nacimiento de una aspiración afectiva. La sensibilidad comienza a desear y anhelar esa vida como sinónimo de felicidad.
Esta aspiración hace más propensa a la persona hacia la búsqueda de la plenitud en un estilo de vida que lleva a continuas frustraciones emocionales. Son abundantes los estudios sobre la ciencia de la felicidad que confirmar que no es en el sexo y el dinero donde se encuentra una vida plena, sino en la construcción de relaciones interpersonales sanas. Un ideal que, como sabemos, no abunda en el reguetón.
“Que jueguen con mi corazón”
Hace poco escuché en una cafetería a alguien que comentaba que en las canciones de reguetón nunca se habla de amor. En realidad, sí que se habla, pero con tono de anhelo frustrado. Así nos lo muestra Bad Bunny en Titi me preguntó:
Yo quisiera enamorarme
Pero no puedo, pero no puedo
Sorry, yo no confío, yo no confío
Nah, ni en mí mismo confío
Estos versos parecen sintetizar el fondo ideológico del reguetón: la desconfianza en la capacidad de alcanzar una experiencia de amor auténtico. Esta afirmación encuentra eco en nuestra sociedad actual, marcada por tantas historias dramáticas de corazones traicionados. Podría decirse que el reguetón ha encauzado la frustración de quienes han perdido la esperanza de que el amor es posible. Y les propone una alternativa: vivir para el placer y el dinero.
Sin la aspiración al amor, perdemos el norte, el sentido de todo nuestro mundo afectivo. De este modo, la afectividad queda desprotegida, vulnerable y manipulable por cualquier cosa o persona que pueda ofrecer un consuelo. Lo dice directamente Bad Bunny en la canción que venimos comentando: como no puedo amar, “yo dejo que jueguen con mi corazón”.
Días después del concierto de Bad Bunny, hablé con algunas personas que estuvieron en las filas kilométricas que mencionamos al principio. A pesar de haber disfrutado del concierto, las dudas emocionales revoloteaban en sus cabezas. Es un buen ejemplo de que en el reguetón se está buscando algo más que mero entretenimiento.
Que cada quien escuche lo que quiera, pero siempre será más positivo que nuestro espacio interior se vaya configurando en la búsqueda de unas relaciones sanas, con libertad, donde el amor tenga la puerta abierta. Solo así, lo que escuchemos, nos ayudará también a mejorar nuestro mundo afectivo y sexual.
Juan Bethencourt / Educador y Life Coach
¡Muy buena entrada, gracias!
uno de los canceres del siglo XXI.
Estamos viendo como niñas de 11-12 años ( incluso antes) moviendo el culo a los chicos. Los chicos usando a las niñas de esa edad como meros objetos sexuales ( que es lo que se dice en estas canciones). Esta música ha perdido a muchas chicas y chicos.
Cancer
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Thank you, William! We are all the same, in english or spanish…