Admitir la derrota, la necesidad de ayuda, la imposibilidad de cambiar uno mismo, suele ser el primer paso para cualquier tipo de recuperación, sea del tipo que sea. Y todos tenemos experiencia de lo difícil que es admitir el “yo solo no puedo”. El hombre, la mujer, tiene una capacidad casi ilimitada para seguir intentando lo mismo una y otra vez, para darse una “última oportunidad”, aunque ya se haya dado cientos o miles de últimas oportunidades… Confiamos demasiado en nosotros.
El consumo de pornografía, además, conlleva un lado oculto, una vergüenza natural para reconocerlo, que complica más la ayuda de terceras personas. Precisamente, por este motivo, se hace más necesaria esa ayuda. Cuando ves que lo tuyo es ingobernable, cuando no puedes dejarlo, es el momento de pararse en seco y pensar: ¿qué tal un cambio de estrategia?
El abanico de medidas es amplio: psicólogos, terapeutas u otros profesionales de la salud, ofrecen unas pautas para corregir comportamientos, con o sin ayuda de alguna medicación. Muchas veces es necesaria la consulta a estos especialistas. Pero al mismo tiempo, la experiencia demuestra que otras veces lo que uno necesita es simplemente compañía. Alguien que esté en una situación similar, que pueda acompañar en los momentos difíciles, una persona en la que confiar, a quien poder llamar –incluso diez veces al día- para pedir consuelo, ayuda, simplemente hablar y evitar quizá una tentación.
Todo dependerá de cada uno, de su situación, de su carácter y circunstancias. Pero no hay que olvidar que las personas necesitamos muchas veces una mano amiga, alguien que sabe lo que nos ocurre, que ha pasado o pasa por la misma situación. Y este consuelo es muy gratificante, tanto o más, en ocasiones, que una sesión clínica o una pastilla ‘milagrosa’…
Esta estrategia es la que utilizan por ejemplo, desde hace muchos años, los grupos de sexólicos anónimos, que ha servido a tantos consumidores de sexo y pornografía. Quizá te ayude, quizá no. Es una oportunidad más, que no conviene rechazar. (Además es gratis ?).
No lo olvides. La ayuda está ahí, a la vuelta de la esquina. Depende de ti. La compañía siempre existe; está en tu mano, a golpe de clic o de teléfono.