Hace tres días se presentó en Madrid el informe «Nueva Pornografía y cambios en las relaciones interpersonales de adolescentes y jóvenes», elaborado por un equipo de profesores de la Universidad de Illes Baleares. Las conclusiones, contundentes como una bomba caída sin previo aviso, han alimentado noticias, tertulias y debates durante estos días. La onda expansiva también ha llegado a Dale Una Vuelta, que ha intervenido en varios medios.
En este artículo dejaremos de lado lo más comentado -estadísticas, porcentajes, edades- en titulares, y aprovechamos el reciente informe para resumir otras cuestiones que se pueden leer en este jugoso documento, y que explican algunos porqués de la situación actual.
Todo arranca en 2008, año del consumo masivo de teléfonos móviles inteligentes. A partir de entonces, la nueva pornografía -término acuñado en 2016 por Peter &Valkenburg- se abre paso con cinco notas que la definen: calidad de imagen, asequible, accesible, ilimitada y anónima o con intensa interactividad.
Internet, mi confidente, mi todo
Un fenómeno analizado es el de las fuentes de información en materia sexual por parte de los adolescentes. Y la conclusión es clara: actualmente ya no consultan a casi ningún adulto y tampoco tienen tanta importancia sus iguales. Internet lo es casi todo: aporta respuestas satisfactorias para la inmensa mayoría. Quizá por este motivo, según un informe citado (Jiménez, De Ayala-López, García, 2013), más del 50% de los adolescentes españoles de entre 14 y 17 años consume regularmente porno por internet.
La familiaridad con las prácticas de riesgo es otro aspecto importante en este trabajo. La nueva pornografía, según el estudio, muestra e impone un modelo de relación desigual, en el que la mujer es reducida a objeto sexual disponible para el hombre. Una consecuencia directa es la demanda de esas prácticas a sus parejas o el consumo de prostitución para realizarlas.
La pornografía puede estimular la emulación de conductas, como se señala en varios estudios citados. La relación entre el consumo de pornografía y la violencia y agresión sexual todavía es un tema de debate. Sin embargo, se empieza a disponer de estudios fiables que confirman dicha relación.
Capítulo aparte, o mejor dicho, un tema transversal en este informe es lo que se podría llamar la «nueva prostitución», debido a que la tecnología móvil ha facilitado la aparición de otras modalidades para venderse. Hoy el acceso principal a la prostitución es a través de internet, mediante anuncios que imitan la pornografía, con mensajes tan directos en tu pantalla como «cerca de tu casa puedes hacer lo que más te gusta».
Las relaciones familiares y con los amigos son clave para el buen desarrollo social y emocional de los adolescentes. La importancia del núcleo familiar en este terreno es básica, y el informe dedica un apartado final a tratar este tema. Eso sí, advierte, hay que tener cuidado con las malas prácticas con adolescentes: mensajes o ideas que los padres transmiten a los hijos y que pueden ser contraproducentes. Algunos ejemplos:
- «La pornografía es siempre igual, aburrida». Algo debe tener para que enganche tanto.
- «Mi hijo no hace eso, seguro». Quizá hay que estar menos seguro…
- «El otro día le pillé viendo porno». ¿Y aprovechaste para comenzar una conversación?
- «He puesto ciber-protección y ahora no puede ver nada». De acuerdo, no puede ver nada en tu casa. La verá fuera.
Un apunte final, de nuestra cosecha, a raíz de los datos de este excelente trabajo: nos avergonzamos de las consecuencias; ahora toca profundizar en las causas. Y es tarea de todos.
Trackbacks/Pingbacks