Quizás tengas claro que la pornografía te influye psicológicamente. Incluso, es posible que hayas percibido alteraciones en tus pensamientos, sentimientos y conductas tras consumir porno. Pero ¿sabías que también influye en tu cerebro? Hay investigaciones que indican alteraciones neurobiológicas asociadas al consumo de pornografía (Villena et al., 2020). Es decir, se han observado cambios en el funcionamiento y en la propia reconfiguración del cerebro.
En varios estudios también se ha encontrado que el cerebro de las personas que consumen dosis altas de pornografía están menos conectados. Incluso presentan una reducción de tamaño en ciertas estructuras cerebrales (Love et al., 2015). No obstante, con estos estudios no se ha comprobado si es el consumo de pornografía es la causa principal de estas alteraciones o si son las propias alteraciones las que conducen al uso problemático de pornografía. Lo que sí se sabe es que existe una correlación entre el consumo y dichos cambios cerebrales.
Entonces, se mantiene la pregunta: ¿es posible que la pornografía cambie nuestra estructura cerebral? Y si es así, ¿cómo es posible que el consumo de pornografía -algo abstracto- afecte a nuestro cerebro -algo tangible-? Se explica por las conexiones neuronales que generamos y a la neuroplasticidad de nuestro cerebro. Cuando hacemos algo nuevo (como aprender a tocar guitarra, un nuevo idioma o a cocinar), las neuronas envían señales con información a otras neuronas que están en distintas zonas del cerebro y del cuerpo. Esa señal es transmitida entre neuronas que están conectadas y forman una vía neuronal. Las vías se van fortaleciendo conforme se repite esa acción.
Para visualizar mejor la neuroplasticidad, una analogía. Imaginemos que las conexiones entre neuronas son como pequeños caminos que se van creando. Al consumir pornografía, se libera mucha dopamina, la cual pavimenta el camino. Cuando un camino es más ancho y está mejor pavimentado, es mas fácil transitar por ahí. Cuanta más dopamina se libere, más formal será el camino por el cual se va a transitar. Por consiguiente, será mas fácil que recurramos a ese camino, convertido ahora en una perfecta autopista.
Además, hay que tomar en cuenta que la pornografía es un estímulo supernormal; es decir, es la versión exagerada del propio estímulo que tiene como objetivo provocar una respuesta más fuerte (Hilton, 2013). Los cuerpos y las respuestas sexuales exageradas son características que provocan un alto impacto en el cerebro. Es un estímulo tan potente que es capaz de crear las condiciones adecuadas para favorecer la liberación de las sustancias químicas necesarias para realizar cambios en el cerebro.
Como el estímulo se ha vinculado con contenido sexual, en futuras experiencias relacionadas con la sexualidad, nuestro cerebro lo relacionará automáticamente y se dirigirá por este camino pavimentado. En consecuencia, habrá repercusiones fuertes sobre nuestra experiencia de la sexualidad y sobre las expectativas que tenemos de nosotros mismos y del otro.
La adicción a la pornografía influye fisiológicamente en nuestro organismo de la misma manera que otras adicciones: activa el sistema de recompensa del cerebro. Este sistema se encarga de liberar las sustancias químicas que asocian unas actividades a una sensación de placer. Actúa como fuente de motivación y nos predispone a volver a repetir las actividades que nos generan placer. Una persona que consume con frecuencia tiene la necesidad de activar este sistema. Por tanto, el cerebro envía señales para repetir la conducta y volver a tener esa dosis de placer.
Pero, ¡espera! Eso no quiere decir que ya no hay esperanza. La neuroplasticidad es la que permite la adaptación y los cambios en el cerebro. Si permite que se fortalezcan las vías neuronales, también se puede evitar su reforzamiento. Al dejar de consumir pornografía se dejan de “pavimentar” las vías, dando lugar a que, con el tiempo, se vayan debilitando hasta desaparecer y puedan ser reemplazadas.
Bibliografía:
Antons, S. y Matthias, B. (2020). Inhibitory control and problematic Internet-pornography use–The important balancing role of the insula. Journal of Behavioral Addictions, 9(1), 58-70.
Brand, M., Snagowski, J., Laier, C. y Maderwald, S. (2016). Ventral striatum activity when watching preferred pornographic pictures is correlated with symptoms of Internet pornography addiction. Neuroimage, 129, 224-232.
Hilton Jr, D. (2013). Pornography addiction–a supranormal stimulus considered in the context of neuroplasticity. Socioaffective Neuroscience & Psychology, 3(1), 20767.
Kühn, S. y Gallinat, J. (2014). Brain structure and functional connectivity associated with pornography consumption: the brain on porn. JAMA psychiatry, 71(7), 827-834.
Love, T., Laier, C., Brand, M., Hatch, L. y Hajela, R. (2015). Neuroscience of Internet Pornography Addiction: A Review and Update. Behavioral Sciences, 5(3), 388-433.
Negash, S., Van Ness Sheppard, N., Lambert, N. y Fincham, F. (2016). Trading Later Rewards for Current Pleasure: Pornography Consumption and Delay Discounting. The Journal of Sex Research, 53(6), 698-700.
Villena, A., Mestre-Bach, G. y Chiclana, C. (2020). Uso y uso problemático de pornografía en adolescentes: un debate no resuelto. Adolescere, VIII(2), 32-41.
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