Daniel Israeli tuvo una infancia y adolescencia, digamos, original y poco común. Desde pequeño ayudaba a su padre en el negocio de la pornografía. Ahora, gracias a la ong sueca Talita, a través del proyecto Reality Check, ha querido contar su experiencia en cuatro minutos. Frases directas, contundentes, sin rodeos. El vídeo, con subtítulos en español, se puede ver aquí. A continuación ofrecemos la transcripción completa.

Que cada uno saque sus conclusiones.

 

Cuando yo era pequeño, mi padre trabajaba en la industria del porno. Producía porno. Trabajaba en un videoclub y en clubs de striptease. Se podría decir que estaba muy involucrado en la industria del sexo. Mi padre me enseñó el porno que hacía cuando yo tenía 11 años. A los 14 empecé a trabajar en la tienda, donde clasificaba los videos y trabajaba como cajero. Sobre los 15 ayudé en algunas grabaciones en Suecia y en el extranjero. Al principio pensé que era bastante guay: pude ver tetas y culos. Con 15 años era como un rey para mis amigos. Y siempre conocía al que estaba frente a la cámara, así que para mí estaba todo normalizado. Pero vi todo lo que pasaba detrás de ella y con el tiempo me di cuenta de lo que es el porno verdaderamente.

 

Sin duda diría que hay mucha violencia en la industria. Los límites se sobrepasan constantemente porque eso es lo que vende. El consumidor quiere ver más y más conductas extremas. Hombres que se burlan de mujeres, que las humillan… Así es como funciona el mercado, se mueve por la demanda.

 

Nunca conocí a nadie que quisiera dedicarse al porno. La gente termina ahí por diferentes razones: son pobres, tienen adicciones, provienen de entornos desestructurados… Y esas son las personas que acaban en la industria. Gente a la que los pornógrafos localizan porque lo último que les queda por vender es su cuerpo.

 

Y no creo en el concepto de “feliz trabajadora del sexo”; si miras a los ojos de las mujeres en el porno, ellas no quieren estar ahí. Es sólo un espectáculo para otra persona. Porque el porno es producido por hombres y para hombres; y quien paga el precio es la mujer que está en la pantalla. Eso es lo que tienes que saber: ella no quiere estar ahí. Está ahí porque no tiene otra opción. El porno fuerza a las chicas a hacer cosas que no quieren hacer con sus cuerpos para que así los hombres puedan masturbarse. Sé que suena fuerte, pero eso es más o menos la esencia de todo.

 

Desde los 11 años tuve acceso a cualquier tipo de porno las 24 horas del día, como todos los chavales ahora, solo a un clic. Y cuando eres joven no ves el problema, es normal; incluso es genial porque piensas “estoy excitado, solo veré un poco”, y luego poco a poco lo ves más y más a menudo.

 

La pornografía es prostitución filmada. Y, en último término, es una violación pagada. Creo que eso es lo que los hombres y los niños tienen que entender tras haberse masturbado viendo una violación pagada, porque la persona a la que están viendo casi nunca quiere estar ahí.

 

Si vieras a una mujer llorando y siendo golpeada en la vida real, ¿intervendrías o al menos llamarías a la policía? Por supuesto que sí, no empezarías a grabar o dejarías que ocurriera. Pero si esa misma escena ocurre en un estudio o en un dormitorio o en cualquier otro lugar, y está siendo grabada, entonces está bien verla e incluso obtener placer de ella.

 

Creo que muchos hombres piensan que ella quiere eso, y es una mentira de la que nos queremos convencer, pero es doloroso cuando aceptamos la realidad de que hemos contribuido al abuso de otra persona, que además es más pobre que la mayoría de gente. Pero es la verdad. Y al igual que con el movimiento #MeToo los hombres de repente tuvimos que examinarnos a nosotros mismos, lo que hemos dicho o hecho, creo que aquí tenemos que hacer lo mismo.

 

Examinarse duele y no se puede hacer en 15 minutos, necesita tiempo. No es fácil dejar de ver porno, está a tu alrededor, a un solo clic, puedes hacerlo en secreto… Y todavía hay días en los que estoy tentado de verlo. Pero cada día hago una elección consciente de no verlo. Creo que lo mejor que podemos hacer con los chicos jóvenes es contarles esto a tiempo, informarles de lo que el porno es en realidad. Y entonces no tendrán que pasar por el doloroso proceso de examinarse y tampoco le joderán la vida a un montón de chicas.