La pornografía como objeto de estudio está entrando poco a poco en las universidades, gabinetes psicológicos o centros de investigación clínica. Hace ya décadas desde que surgieron las primeras revistas pornográficas pero no ha sido hasta la llegada de las nuevas tecnologías cuando el fenómeno ha experimentado un auge sin precedentes, y por lo tanto, también sus nocivas consecuencias.

Vale, ¿y esto, qué quiere decir? Básicamente, que aún falta mucho por investigar. Los estudios científicos con respecto a este fenómeno se están comenzando a realizar ahora, lo que significa que aún hay muchas consecuencias por detectar y estudiar, estamos raspando la superficie de sus efectos.

Desgraciadamente, no nos sorprende que si los estudios (heteronormativos) aún son escasos, los relacionados con el impacto de la pornografía en la comunidad LGTBI sean aún más reducidos. Esto dificulta la comprensión del fenómeno a consumidores LGTBI que quieren dejar la pornografía pues no se sienten identificados con los comportamientos o paradigmas que describen los análisis realizados a pornografía dirigida a heterosexuales.

Importante: No es lo mismo pornografía dirigida a hombres homosexuales que heterosexuales, como tampoco es lo mismo la pornografía con temática lésbica (generalmente dirigida a hombres), que pornografía dirigida a mujeres lesbianas (apenas existente). Es importante resaltar esta distinción ya que los efectos producidos en según qué grupo de personas son diferentes.

Pero no desesperemos, hemos encontrado varios artículos muy interesantes. Esta entrada se centrará primeramente en los efectos del consumo de pornografía gay, (no LGTBI en conjunto), más adelante se añadirán entradas relacionadas con resto del colectivo.

Hay que tener en cuenta que el contenido gay constituye una alto porcentaje de la industria pornográfica. Está estimado que entre el 20% y el 30% del porno es pornografía gay, y esto supone el 30%-50% de los ingresos totales de la industria[1]. Además, hay estudios que confirman que los hombres gays consumen pornografía con una frecuencia mayor a los hombres heterosexuales.[2]Entonces, si soy hombre homosexual, ¿cómo me afecta el porno gay?[3]

¿Es el porno gay más violento?

Aparentemente la pornografía gay parece “liberalizar” el estigma social contra la homosexualidad, sin embargo, existen estudios que afirman todo lo contrario. Este tipo de pornografía refuerza roles de hipermasculinidad[4] (dominación, control, poder, violencia etc…) De hecho, muchos hombres homosexuales detectan en el porno gay un mayor porcentaje de violencia explícita, la cual puede acabar influyendo en sus prácticas sexuales.

Del mismo modo, se ha demostrado que la exposición a porno gay está positivamente relacionada con el refuerzo de roles sexuales tradicionales (sexistas) entre hombres. Estos roles tradicionales sobre la masculinidad, a su vez, están ligados con actitudes de conformidad ante comportamientos homófobos y misóginos[5]. Es decir, este contenido nos hace más “tolerantes” ante situaciones de discriminación. Parece paradójico pero la pornografía gay potencia estereotipos que perpetúan la discriminación.

El asunto no acaba ahí. Sabemos que la hipermasculinidad termina distorsionando la identidad de la masculinidad saludable y libre,pero y esto ¿qué implicaciones tiene?

Además de muchas repercusiones sociales, el consumidor acaba tentado a realizar prácticas sexuales no seguras y a su vez, la identificación con roles masculinos irreales, disminuye el autoestima y el respeto a uno mismo. El respeto y el aprecio propios son esenciales para cualquier persona pero sobre todo para el colectivo LGTBI. En la juventud es imprescindible ganar confianza para poder salir del armario de una forma no traumática y está es una manera de prevenir el alto porcentaje de suicidio en jóvenes LGTBI.[6]En resumen, esta distorsión de la idea de“lo que significa ser un hombre” que vende el porno gay, no ayuda a ganar confianza en uno mismo, sino todo lo contrario.

Esto se relaciona con otro de los efectos de la pornografía gay sobre sus consumidores; la afectación a la propia percepción de sus cuerpos. Varios estudios aseguran que el consumo de este tipo de pornografía en hombres gays está positivamente relacionado con la ansiedad social sobre su físico e insatisfacción sobre su cuerpo. Y lo que es más, a mayor consumo de pornografía mayor es la actitud negativa sobre el cuerpo y mayor la tendencia sufrir síntomas de depresión o de ansiedad.

[7]

El porno gay funciona como potenciador de los roles sexistas, genera insatisfacción con el cuerpo, falta de autoestima, fomenta el racismo y la discriminación por edades[8], promueve comportamientos violentosy prácticas sexuales inseguras y podríamos seguir con un largo etcétera pero creo que nos hacemos una idea.

Al fin de al cabo, lo que consigue el porno gay es legitimar la opresión del colectivo gay sobre sí mismo[9]. Es un arma de doble filo. Crea una falsa ilusión de libertad sexual y diversidad en la sociedad pero acaba promoviendo los mismos estigmas de los que la comunidad gay pretende liberarse. No hay que dejarse engañar, la pornografía gay es una visión deformada e irreal de la homosexualidad, simplista, basada en clichés y estereotipos sexistas que perjudican a todos.

¡Tomar conciencia de ello es el primer paso, aún estamos a tiempo de recuperar una sexualidad sana y comprometida con el respeto mutuo!

Mónica López

 


[1]Thomas, J.A. (2000). Gay male video pornography: Past, present, and future. In R. Weitzer (Ed.), Sex for sale: Prostitution, pornography, and the sex industry (pp. 49-66). New York, NY: Routledge.

[2]Træen, B., & Daneback, K. (2013). The use of pornography and sexual behaviour among Norwegian men and women of differing sexual orientation. Sexologies: European Journal of Sexology and Sexual Health, 22(2), 41-48.

[3]Hay que remarcar que la pornografía gay también es consumida por heterosexuales y mujeres, pero en este caso nos estamos centrando en su efecto sobre consumidores gays.

[4]Wright, P. J., & Randall, A. (2014). Pornography Consumption, Education, and Support for Same-Sex Marriage Among Adult U.S. Males. Communication Research, 41(5), 665-689. https://doi.org/10.1177/0093650212471558

[5]Keiller, S. W. (2010). Masculine norms as correlates of heterosexual men’s attitudes toward gay men and lesbian women. Psychology of Men & Masculinity, 11(1), 38-52. http://dx.doi.org/10.1037/a0017540

[6]Christopher N. Kendall SJD (2004)

[7]Whitfield, T.H.F., Rendina, H.J., Grov, C. et al. Arch Sex Behav (2018) 47: 1163. https://doi.org/10.1007/s10508-017-1045-y

[8]Thomas Waugh (2017) ‘Men’s Pornography, Gay vs. Straight’: a personal revisit, Porn Studies, 4:2,131-138, DOI: 10.1080/23268743.2017.1298898

[9]Ibid