La pornografía no necesita relato. De hecho, no tiene ningún relato porque no le interesa. En ese juego de la apariencia de realidad, se esconde una gran ciencia ficción. Y como tal, implica una serie de conceptos erróneos que pueden dejar huella en la manera en que entendemos la sexualidad:
La sexualidad es pública. En los vídeos pornográficos la vida sexual de las personas es accesible a todo aquel que tenga un ordenador con internet. Este contenido se utiliza como un medio de intercambio entre el espectador y las plataformas online para obtener placer sexual. Sin embargo la sexualidad real tiene un carácter íntimo, es un encuentro entre dos personas que buscan algo más que el mero placer y que no se realiza para ser compartido con la población mundial.
Sexo y emociones, mala pareja. En la inmensa mayoría de vídeos pornográficos en internet no hay sentimientos, afectos, en los encuentros sexuales. Todo es breve, rápido y al grano. El sexo es algo más grande que esa sexualidad “guionizada” que se ve en internet: implica conectar con el otro, aparecen las caricias, las emociones, las palabras, una conexión compleja que abarca a la persona en todas sus dimensiones y roles.
La sexualidad, como un supermercado. La gran parte de la pornografía mainstream utiliza a la mujer como vehículo para que el hombre satisfaga sus fantasías sexuales. Muchos testimonios de quienes consumen porno se refieren a las mujeres como objetos, bienes de consumo, despersonalizados. La sexualidad es algo entre dos seres humanos, que comparten lo más íntimo, y que les sirve para crecer a través de esas relaciones.
La sexualidad y el “aquí vale todo”. La sexualidad está completamente ligada a uno mismo y la libertad es clave. No se debe hacer lo que uno no quiere, por la razón que sea, ni someterse ciegamente a prácticas sexuales que la otra persona le pida. Ahí aparece el concepto equívoco de que, si persistimos, conseguiremos persuadir a la otra persona para que haga lo que queremos. Esto diluye los limites éticos y de respeto básicos, y da a entender que en la sexualidad todo vale.