Somos lo que comemos, eres lo que escuchas, o lo que lees. Frases repetidas hasta la saciedad, y todas con un punto de verdad. El ser humano aprende por imitación y lo lleva haciendo desde siempre. Este aprendizaje observacional nos ha permitido transmitir habilidades, lenguaje y aspectos culturales a nuestros iguales con la finalidad de mejorar nuestra especie.
A día de hoy, se sabe que las neuronas espejo desempeñan un papel importantísimo en el aprendizaje, que nos sirven para la mejora de diferentes habilidades. Sin embargo, debido a los modelos erróneos que se ofrecen en los medios, este aprendizaje puede verse alterado, y entorpecer el desarrollo y maduración de las diferentes dimensiones de la persona.
Un claro ejemplo es el de los modelos representados en los vídeos pornográficos. La visión sesgada sobre las relaciones, los estereotipos y roles de género, la respuesta sexual y la falta de afectividad en la intimidad que estos vídeos muestran, pueden interferir en nuestro proceso de maduración sexual.
Se ha visto según el New York Times que diferentes áreas cerebrales pueden verse afectadas por el visionado continuado de pornografía, entre ellas los centros cerebrales cargados de neuronas espejo que se sitúan en la ínsula.
De esta manera estas estructuras cerebrales se verán hiperactivadas ante el consumo repetido de pornografía, utilizando los mecanismos de imitación y empatía hacia este material y generando un aprendizaje erróneo que irá moldeando nuestros circuitos cerebrales.
Como se ha visto en diferentes estudios, como el de Kohut & Fisher (2013), el ser humano toma como referente el material que aparece en los medios y pone en práctica lo observado. En concreto, observar material pornográfico con alto contenido agresivo puede derivar en la introducción de prácticas agresivas en el ámbito sexual. Observar este contenido desajustado de la realidad puede llevar a problemas en la relación sexual.
Es necesario seguir investigando sobre los mecanismos cerebrales implicados en las personas que consumen pornografía, para entender mejor el gran impacto que puede tener dicho consumo sobre las diferentes áreas cerebrales.
Si queremos avanzar y seguir utilizando el aprendizaje o imitación como una forma de desarrollo y potenciación del ser humano, tendremos que ofrecer nuevos modelos en todas las áreas, incluida la sexualidad, que favorezcan un desarrollo sano y saludable de la misma y que sean capaces de ofrecer una visión real sobre las relaciones sexuales.
¿Somos lo que vemos? En buena parte, sí.