Pedro Villegas es médico y sexólogo. Habla claro, directo, sin apenas dudar en sus afirmaciones. Puede ser debido a su carácter o también a las miles de horas empleadas en su consulta, en su blog, o en el teléfono de información sexual a los jóvenes andaluces. Pegado al terreno, no desde una tarima o un micrófono, sino a pie de campo, es una de las voces más autorizadas para hablar del bien o el mal que produce el porno y su relación con la sexualidad.
La pornografía está más extendida y con más fácil acceso que nunca. ¿Es algo preocupante, o viva la libertad?
Viva la libertad, siempre, claro. Pero ahora sí estamos preocupados: los que nos dedicamos a la sexología estamos preocupados porque la pornografía es una herramienta, una conducta o estilo de vida que estaba muy limitada entre la población. Ahora internet se ha metido en las casas y no todo el mundo está preparado para vivir con ello.
No estoy a favor de limitar la libertad, pero sí hay que tomarse un poco en serio lo que implica la pornografía en todas las casas.
Se ve mucho porno pero se habla poco de sexo. ¿Sigue siendo un tema tabú? ¿La sexualidad sigue siendo algo vergonzoso? ¿Es normal que haya un cierto pudor para hablar de estos temas?
No debería haber pudor a la hora de hablar de sexo. Con el paso de los siglos hemos ido ocultando esa faceta humana, tan necesaria y divertida. Pero es cierto que actualmente da la impresión de que se habla mucho de sexo cuando en realidad se está hablando mucho de pornografía, mientras que la sexualidad sigue estando oculta. Nadie tiene muy claro cómo es la sexualidad femenina, que es la gran desconocida. Da la impresión de que somos más libres cuando en realidad, mi impresión por lo que veo en consulta, es que hay más sufrimiento. Y no creo que la libertad deba traer nunca más sufrimiento. Por tanto, de alguna manera entiendo que ahí debe haber algún problema.
A mayor consumo de porno, ¿mejor o peor sexo?
Sin dudarlo, peor. Por una sencilla razón: el porno es la simplificación al absurdo de una conducta que es absolutamente amplia. Es como en el arte, pensar que lo único real sería la pintura clásica y costumbrista. Entonces, ¿qué hacemos con Picasso? ¿Lo eliminamos? ¿No es artista? O con la pintura prehistórica…
Realmente el porno da una manera de entender muy simple, muy masculinizada, muy coitocéntrica, centrada en la penetración. Y el único fin es el orgasmo masculino; el de ella,… grita mucho pero no sabemos si se está divirtiendo o no. Lo único importante es la traca final de ese señor.
“El porno es un asunto mío”, escuchamos con frecuencia. Pero realmente ¿cómo afecta al entorno, a la pareja, al trabajo, a los amigos un excesivo consumo de porno?
Por supuesto, yo también estoy a favor de que respeten mi propia existencia… Yo siempre pongo un ejemplo muy simplón. Si en nuestra casa tuviéramos un camello, vendedor de droga, en nuestro salón, ¿cuántos habrían aguantado a estas alturas de la vida y no hubieran probado algún elemento? Algo que en principio puede no ser malo para mucha gente, cuando ya lo metemos en un mercado mundial y todo el mundo lo puede ver, pues sí que va a dar problemas. No hemos adelantado nada con el poder ver todo el mundo porno en casa, y a cualquier hora y en cualquier momento.
¿La administración pública debería hacer algo: informar más, tomar alguna medida, etc.? ¿O hay miedo a decir que el porno conlleva peligro?
Alguien tiene que asumir la responsabilidad de nuestra existencia. Por ejemplo, Estados Unidos. Todo el mundo puede tener un arma y tiene derecho a ello. Pero, ¿qué está ocurriendo? 33 mil muertos al año por arma de fuego. Aquí no ocurre. O en Canadá, todo el mundo tiene arma, pero no hay asesinatos, o al menos no los publican. De alguna forma, con la pornografía –sin que yo esté en contra de ella como tal- sí estoy observando, como sexólogo, que cada vez hay más problemas derivados de la pornografía. Entiendo que haya personas hasta que les haya podido venir bien, porque han aprendido alguna cosa, o el hombre que a los 70 años no ha encontrado otro aliciente. Pintura erótica siempre ha existido.
Hay que educar a la población, y es cierto que debería hacerlo la administración. Estas cosas deben ser asépticas y la administración debería ser aséptica.
Realmente el porno da una manera de entender muy simple, muy masculinizada, muy coitocéntrica, centrada en la penetración
En tu consulta atiendes todo tipo de personas. ¿Cuál es la franja de edad con más necesidad de ayuda?
Más necesidad tendría el joven. Tenemos la oportunidad de que una persona tenga una sexualidad medianamente sana. Y empezar por el porno es empezar francamente mal. Por tanto, el que más necesidad es el joven. Pero en consulta lo que más vemos son adultos. Entre otras cosas porque los jóvenes no se pueden pagar una consulta privada. Y luego porque ellos ya están percibiendo el daño. Pero es curioso: son muy pocos los que vienen y dicen: “yo me quiero quitar del porno”. Vienen porque ellas les han dicho: “te acabo de descubrir y nos separamos a menos de que tú soluciones esto”. Él, por sí mismo, seguiría viendo porno toda la vida. Pero en consulta ya entienden mejor y el adulto cambia mucho más deprisa. El joven puede tardar o incluso no acabar de encajar lo que quieres contarle, porque has llegado tarde.
El hombre, la mujer, es curioso por naturaleza. ¿Dónde estaría el límite en la información sexual a la que se puede acceder, si es que debe haber algún límite?
Creo que no debe haber ningún límite, ni en educación sexual ni en ningún tipo de educación. No me parece razonable limitar los conocimientos. Pero si es cierto que una cosa es intentar abrir una buena educación sexual y otra es dar campo amplio a la pornografía. Todavía no he oído quejarse a nadie de que haya mucha pornografía en el mundo, en cambio de educación sexual si se nos ha dado mucho la paliza diciendo que estamos hablando mucho de esto… Pero nosotros intentamos educar.
Parece que los padres siguen sin hablar de sexo a sus hijos. ¿Se ha mejorado respecto al pasado? ¿Se informa bien en internet, por ejemplo? Tú tienes un blog, en concreto…
Mi blog ha sustituido a mucho padre, desgraciadamente. Me sigue sorprendiendo muy gratamente cuando algunos chavales vienen con sus padres a la consulta. Y el chaval, delante de su padre, cuenta en la consulta su vida sexual con pelos y señales; y la madre y el padre lo saben todo. Aunque quizá tanta transparencia tampoco sea del todo buena (risas).
Pero la gran mayoría, el noventa y muchos por ciento, no hablan de sexo a sus hijos. Porque tampoco los propios padres saben qué contar.
Hace poco vino un hombre con su mujer, y habían descubierto que el niño había estado viendo pornografía en el móvil, y le dijo: ¿pero para qué te vas a gastar dinero? ¿No sabes que hay páginas gratis?”. Pues si esa es la educación sexual que le vas a dar…
Tres consejos para salir de la espiral del consumo de pornografía.
Primero, darte cuenta de para qué lo estás haciendo, para qué te está sirviendo. Todo ha de tener una utilidad. Para qué perder tantas horas. Yo recuerdo a que a mi hijo un día le pillé y le dije: ven, que vamos a ver pornografía. Le enseñé tres páginas y le dije que me contara lo que estaba viendo. ¿Te das cuenta de que acabas de ver la misma imagen en tres sitios? Es lo que vas a estar viendo toda tu vida. ¿De verdad que te merece la pena esto? Realmente ver algo tan repetitivo no tiene ningún sentido. ¿Quieres leer novela erótica? Lee toda la que quieras. Vas a aprender más cosas, fantasear. Con el porno vas a estar viendo la misma conducta toda tu vida. Plantéate para qué estas haciendo eso. Muchas veces es un refugio, un mecanismo de compensación, u otras causas psicológicas.
El ser humano necesita la sexualidad como una forma de equilibrio. Sustituir pornografía por literatura. Te vas a quedar con algo más intenso o agradable, pero siempre va a ser tu propia imaginación, y vas a estar desarrollando músculo. En cambio con la pornografía no estás aprendiendo absolutamente nada. Hay que sustituir una cosa por otra.
«Plantéate para qué estas haciendo eso. Muchas veces es un refugio, un mecanismo de compensación, u otras causas psicológicas»
Y por último, si ves que tienes un problema con la pornografía, acudir a un profesional. Se puede apagar el ordenador, o utilizar un programa que limita el acceso. O le dices a un amigo que introduzca una clave para que no puedas entrar. Pero tampoco es una solución. A última hora, la solución es acudir a un profesional que te pueda ayudar. Pero si lo quieres intentar por tu cuenta, a echarle narices que cosas más difíciles hemos podido hacer en esta vida.
HardPorn y softporn. ¿Una delgada línea roja?
En realidad el porno es duro. Porque una chica sea así o de otra manera no es light. El porno es agresivo: en el momento en que tienes a una chica, esclava, metida en esa pantalla (aunque sea cobrando dinero, pero esclavizada para cobrar ese dinero). Malo es en sí el sistema que se vende: una conducta sexual repetitiva, sin sentido. Ya hace un siglo Hayd dijo que el 85% de las mujeres no tienen orgasmo con la penetración. El sexo es otra cosa: nos han dado un sistema grandioso. La sexualidad no está en los genitales. Es mucho más. Es como ahora en la Medicina: el viagra. Nos dan una pastillita y ya hemos arreglado toda la sexualidad del hombre. ¿De verdad? ¿Somos tan simples que una pastillita lo arregla todo? No creo.
¿En tu opinión quién debe poner los puntos sobre las íes: la sociedad, los gobiernos, la escuela, los padres?
Ojalá no hubiera que poner ningún punto, porque las íes sin punto no existen. En principio yo pienso que los profesionales, porque los gobiernos se dejan manipular por los que hablan de la moral; la propia moral, que también ha entendido esto de muy diversas formas… Lo mejor es dejar al profesional que haga su trabajo. No hay que diferenciar tanto la sexualidad de otros aspectos.
¿Hay vida más allá del porno? ¿Qué hacer cuando la tentación está a un clic: a todas horas y en cualquier lugar?
Eso es lo malo, que está a un clic. Cuando estás con una chica no hay clic, entonces se nota mucho la persona educada en el clic, en que en cinco minutos ya estoy listo, ya he conseguido, y el que cuando se intenta enfrentar a una chica ve que no es capaz, que aquello no le funciona. De alguna manera, antes sí que había vida más allá del porno. El porno yo no lo conocí en mi juventud. Había una revista, Playboy, que salía una chica muy mona desnuda, y nada más. La pornografía ha aparecido mucho después. Y quien crea que nosotros no nos divertimos sexualmente durante nuestra juventud es que no tiene ni idea de lo bien que vivíamos. Eso de que en tiempos pasados eras más cateto, o no sabían disfrutar o divertirse, es completamente falso. Yo soy hippie y en mi época se disfrutaba bastante de la sexualidad. Había mucha más tranquilidad. Nadie estaba preocupado ni por el tamaño, ni por la eficacia, ni cuantos orgasmos. Todo era divertido, te enamorabas, disfrutabas, vivías. Antes y después del porno seguirá el sexo. Desaparecerá el porno, el sexo nunca.
¿Puedo dejar el porno sin ayuda? ¿Puedo consumir de manera razonable, como quien quiere dejar de fumar y solo fuma un cigarrillo al día?
En consulta tengo de todo. Hay quien se da cuenta y corta. Las investigaciones nos dicen que hay elementos neurológicos y neuroquímicos que facilitan que la persona se enganche. Inténtalo por tu cuenta si no te quieres gastar el dinero, pero si ves que no te está dando resultado, acude al profesional: hay técnicas y recursos para resolver. Y es que la pornografía le ocurre como a muchas drogas o a la comida rápida, que realmente enganchan, generan una adicción. Si eres capaz de hacerlo solo, inténtalo. Pero si ves que no te da resultado no sigas, busca ayuda.
3 de junio de 2016